27 noviembre 2008


Las entrañas de la Virgen, en las que se encarna Cristo,
son ahora para nosotras, las circunstancias banales
y concretas del instante en que vivimos:
el misterio del Verbo tiene que hacerse carne,
debe realizarse, en este instante y en estas circunstancias.

ACERCÁNDONOS AL ADVIENTO


LA ANUNCIACIÓN
María es la mujer de fe que confía en la fidelidad del Dios de la alianza, que cree en el cumplimiento de sus promesas.
María antes que en su seno engendra en su corazón la PALABRA de Dios, revelada en una promesa por el anuncio del ángel.

Creer en la Palabra del Señor, es el fundamento de toda esperanza cristiana, y es la fecundidad del Espíritu. Nos invita, pese a las dificultades a confiar y abrirnos a la promesa de Dios, vivir disponibles a su acción en nuestra vida.
La elección de Dios a María, y también a cada uno de nosotros requiere por nuestra parte: releer nuestra vida en clave de fe, reconociendo en ello la primacía de Dios, y en clave de gratitud porque la fe y todo lo que recibimos es gracia.

Dos palabras claves revelan por voz del ángel la promesa de Dios:
No temas, lo que supone... arriesgarse a aceptar lo que Dios propone, no verlo como rival, ni como amenaza, sino descubrir su fidelidad a la palabra dada.

Y la segunda: mira a tu prima Isabel. Lo que el ángel propone es reconocer esa fidelidad de Dios que se hace presente, se hace historia, geografía, personas y lugares concretos donde se narra el amor de Dios.
Mirar a Isabel, es saber descubrir en nuestra vida a dónde mirar, a quiénes mirar, para que nuestros ojos no queden cegados por el sin sentido mezquino que nos imponen desde fuera, ahora como luces de colores y adornos... desde eslógans que nos venden una felicidad de baratija....
Mirar a Isabel es saber dónde dirigir nuestra mirada con un horizonte claro de esperanza, de vida, de alegría, de ilusión y optimismo... es encontrarnos con rostros y situaciones que son testigos, testimonios de la presencia silenciosa de Dios en nuestras vidas.
Dios, se hace visible, concreto... nunca es anónimo, ni busca anónimos... su plan para cada uno es verificable en personas y acontecimientos que pone en nuestra vida, que nos siguen estimulando a lanzarnos en esta aventura que supone, creer y confiar... que en definitiva nos hace crecer porque alberga la Vida.