03 marzo 2014

LA EQUILIBRISTA

Es ya muy tarde, en las pistas, en las gradas, sólo queda el silencio como mudo espectador de cuanto sucede en mi interior.

Pero esta es la hora en que me gusta venir, y en medio de este silencio, que es PRESENCIA, repasar la jornada...

Una jornada que paso intentando mantener el equilibrio en la cuerda floja, intentando no caer.´

Sí, no es fácil. Pero la vida tampoco lo es, y sin embargo, es igual de gratificante, por eso: ¡Me gusta mi oficio!.

En él encuentro cada día: nueva ilusión, nuevas sonrisas, nuevas alegrías...
Son las mísmas ilusiones, sonrisas, alegrías que experimentaba cuando "Tú, mi Maestro Bueno", me enseñabas a dar lo mejor de mí misma caminando sobre el alambre, aprendiendo el difícil arte del equilibrio.

Cada amanecer me trae de nuevo tu Presencia cercana, amiga... y siento como si tu mano guiara de nuevo mis pasos. Y mi corazón alegre, se lanza al trabajo de cada día, y mis pies sobre el alambre comienzan a caminar seguros.

Al sentirte cerca de mí, mi vida está llena, mis pasos no vacilan, camino con la mirada fija en Tí.

¿Cómo expresar lo que siento en estos momentos? Me siento tan dichosa, que sería imposible de describir, pero también hay momentos de lucha, de cansancio, de temor..., momentos en que no siento tu presencia y entonces, ¡qué difícil es andar...!  Pero por encima de estos temores y dudas que me asaltan, permanece firme la esperanza.

Una esperanza que da sentido a ese seguir adelante hasta sentir el inmenso gozo de llegar al otro lado, para de nuevo volver a comenzar, siguiendo siempre tus huellas.

Cuando el cuerpo está cansado, cuando me faltan las fuerzas, tomo en mis manos la pértiga que Tú me regalaste, y es ella la que me sostiene, evitando me incline a un lado o a otro, y compensando hacia el otro cuando a pesar de todo, me inclino...

Sí, soy yo quién la tiene agarrada, pero es ella la que me sujeta a mí.

Mi vida se va gastando en ese caminar por la senda estrecha.

...Y cuando parece que el alambre ya no puede ofrecerme más felicidad, aún sobrepasa los límites de mi imaginación y capacidad de sentir.
¿Qué puede haber más gratificante que caminar en equilibrio, con los ojos y el corazón fijos en Ti, mi horizonte, mi meta, mi luz...?

La respuesta me la van dando tantas y tantos jóvenes que se han acercado hasta mí.
Unos, con su cara sonriente me dejan el buen sabor de la alegría que mi pobre trabajo lleva a su corazón. Otros, reflejan es su semblante cierta admiración, y unos pocos me hablan con sus gestos, con su ser, de la huella que he dejado en su vida, del interrogante que ha nacido en ellos, y que les impulsa con una fuerza desconcertante hacía un "algo" o "alguien", que ni siquiera pueden definir.

Fueron estos últimos, los que Tú, encaminaste hasta aquí, los dejaste en mis manos para que yo les enseñara a experimentar cada vez más tu AMOR, que es respuesta a sus inquietudes, luz para sus sombras, paz para sus luchas... hasta experimentar la felicidad de ser equilibristas en un mundo que les impide alzarse del suelo y dejar volar el corazón.

Y ellos, fueron los que al pedirme lo mejor de mí misma, al hacerme dar aquello que llenaba mi vida para llenar las suyas, me dieron a su vez lo que me faltaba para colmar mi felicidad.

Me dieron la alegría de ver crecer una vida, de ver llenarse unos ojos anhelantes, con tu paz, y tu luz.
De ver como nacen nuevas equilibristas que con la mirada puesta en Ti, caminan para hablar a todos con su vida de Ti, para llevar paz y alegría, para hablar a todos con su vida de Ti, para llevar paz y alegría, para tender una mano confiada, para enseñar a otros un estilo de vida que da la felicidad.

Sí, son commo "hijos"... y como una madre sufro con ellos, proque sus caídas son mis caídas, su desilusión, sus miedos, su inseguridad, son para mí angustía. Pero, precisamente por eso, sus primeros pasos sobre el alambre son mi mejor alegría, su mirada fija en Tí, el descanso de mi alma, su confianza y seguridad, el gozo de mi corazón...

Sus vidas, son parte de mi vida, y cuando ya, como hombres y mujeres se van de mi lado, las lágrimas surgen, no son tanto de tristeza, por la necesaria separación, como de gozo al ver que parten llevándote a Tí, en su corazón, tu luz en su mirada, tu vida en su vida...

Por eso hoy no puedo más que dar gracias, y las doy aquí, en medio de esta pista ahora silenciosa.

Un nuevo día ha pasado, lleno como todos de tus dones: tu alegría, ilusión, esperanza... lleno de rostros amigos, para los que yo gasto y desgasto mi vida...

¡¡Gracias, Señor, por cada uno de ellos, porque eres Tú, el que los pone en mi camino"!!

Ayúdame a vivir mañana el nuevo día en completa entrega y abandono de mí misma en Ti.

 

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