Marcos 6, 1-6
"En aquel tiempo, fue Jesús a su pueblo en
compañía de sus discípulos. Cuando llegó el sábado, empezó a enseñar en la
sinagoga; la multitud que lo oía se preguntaba asombrada: "¿De dónde saca
todo eso? ¿Qué sabiduría es ésa que le han enseñado? ¿Y esos milagros de sus
manos? ¿No es éste el carpintero, el hijo de María, hermano de Santiago y José
y Judas y Simón? Y sus hermanas ¿no viven con nosotros aquí?" Y esto les
resultaba escandaloso. Jesús les decía: "No desprecian a un profeta más que en su
tierra, entre sus parientes y en su casa" No pudo
hacer allí ningún milagro, sólo curó algunos enfermos imponiéndoles las manos.
Y se extrañó de su falta de fe. Y recorría los pueblos de alrededor
enseñando."
Reflexión personal...
A veces nos dejamos llevar por las
opiniones y decisiones de otros, no nos permitimos ser nosotros mismos por
mantener una imagen, un reconocimiento, una posición.
Jesús se manifiesta TAL CUAL ES, sin
temor a ser rechazado, ni abandonado por sus más íntimos. SU ÚNICO CRITERIO ES
DAR A CONOCER EL MENSAJE DE AMOR DEL PADRE PARA TODOS SUS HIJOS.
Desde ahí no le importa ser tenido por
loco, borracho, abandonado.
Cómo me siento ante los comentarios
ajenos, frente a mis actitudes, actuaciones, maneras de pensar.
Qué me enseña Jesús con su manera
HUMILDE DE ACTUAR, DE COMPORTARSE...
Su silencio, sus palabras, su profecía:
mensaje para todos... de BUENA NOTICIA, que al ser para todos, no TODOS aceptan
que sea así. Algunos desean la condena o el mal para quienes "son
diferentes" por distintas causas, a los ojos de la sociedad, o de lo bien
dicho, visto...
¿Dónde me
encuentro yo? ¿Necesito pedirle a Jesús que toque y cambie mi corazón, mi
mente, mis pensamientos, mis actitudes?
PARÁBOLA
DE LA VERDADERA
Y PERFECTA ALEGRÍA
El mismo fray
Leonardo refirió allí mismo que cierto día el bienaventurado Francisco, en
Santa María, llamó a fray León y le dijo: «Hermano León, escribe». El cual
respondió: «Heme aquí preparado». «Escribe –dijo– cuál
es la verdadera alegría. Viene un mensajero y dice que todos los maestros
de París han ingresado en la Orden. Escribe: No es la verdadera alegría. Y que
también, todos los prelados ultramontanos, arzobispos y obispos; y que también,
el rey de Francia y el rey de Inglaterra. Escribe: No es la verdadera alegría. También, que mis frailes se fueron a los infieles y los convirtieron a todos a
la fe; también, que tengo tanta gracia de Dios que sano a los enfermos y hago
muchos milagros: Te digo que en todas estas cosas no está la verdadera alegría.
Pero ¿cuál es la verdadera alegría? Vuelvo de Perusa
y en una noche profunda llegó acá, y es el tiempo de un invierno de lodos y tan
frío, que se forman canelones del agua fría congelada en las extremidades de la
túnica, y hieren continuamente las piernas, y mana sangre de tales heridas. Y
todo envuelto en lodo y frío y hielo, llego a la puerta, y, después de haber
golpeado y llamado por largo tiempo, viene el hermano y pregunta: ¿Quién es? Yo
respondo: El hermano Francisco. Y él dice: Vete; no es hora decente de andar
de camino; no entrarás. E insistiendo yo de nuevo, me responde: Vete, tú eres
un simple y un ignorante; ya no vienes con nosotros; nosotros somos tantos y
tales, que no te necesitamos. Y yo de nuevo estoy de pie en la puerta y digo:
Por amor de Dios recogedme esta noche. Y él responde: No lo haré. Vete al
lugar de los Crucíferos y pide allí. Te digo que si hubiere tenido paciencia
y no me hubiere alterado, que en esto está la verdadera alegría y la verdadera
virtud y la salvación del alma.»
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