19 septiembre 2008



Un sepulcro vacío.
Lágrimas en el rostro.
La imagen robada.
El hombre abandonado y la vida fracasada.


Así llegaron un par de mujeres aquel domingo por la mañana, con la pena anclada en el alma y olvidada la esperanza, creyendo que la muerte se había llevado la vida y que el dolor les robaba para siempre la alegría.

Pero otro más grande que ellas, las visitó. Bajó, eligió estar cerca, rodó la piedra de la muerte, y quiso quedarse... para siempre. Otro más grande que todos ellos, saltó el vació, hirió a la noche, sanó la herida, murio a la muerte.

Solo el Amor pudo hacerlo entonces y solo el Amor puede hacerlo ahora, aquí, en mi vida, en nuestra vida.

Sòlo Dios puede hacerlo es El quien lo hace en cada presente, en cada lugar, en cada persona, en nuestra historia...

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