Cristo padeció por nosotros,
dejándonos un ejemplo
para que sigamos sus huellas
Él no cometió pecado
ni encontraron engaño en su boca;
cuando lo insultaban,
no devolvía el insulto;
en su pasión no profería amenazas;
al contrario,
se ponía en manos
del que juzga justamente.
Cargado con nuestros pecados, subió al leño,
para que, muertos al pecado,
vivamos para la justicia.
SUS HERIDAS NOS HAN CURADO