Ayer visitando esta bella ciudad de Málaga me adentré en la zona más turística el Castillo de Gigralfaro y la Alcazaba. Y como adentrándome en la historia y la leyenda, me dejé guiar por el corazón y por la imaginación.
Como no conozco la ciudad, me gusta preguntar y conversar con la gente.
Me acerqué a un joven de Malí (surgió en la conversación conocer su origen, por un colgante que llevaba al cuello), me puse a charlar con él un chico muy joven, pero a menudo dicen más edad de la que tienen, yo imagino por causas que prefiero callar....
Se encontraba sentado en la muralla y le pregunté si conocía aquello, y me habló que lo de abajo "la Alcazaba" eran casas antiguas que ya no vivía gente, y que lo de arriba "El mirado de Gibralfaro" era más antiguo aún, pero que todo estaba "destruido".
Y estaba en la conversación animada con él, cuando apareció a mi lado un hombre, sin saber de donde llegaba.
Se acercó, y educadamente me preguntó qué que quería saber, y qué buscaba...
Me despedí del joven y me puse a conversar con él, que enseguida se unió a mi paso y empezó a contarme la leyenda de la Alcazaba, de la muralla, de las fortificaciones, de la coracha...
Su aspecto era curtido, de edad media muy desaliñado y con los golpes de la vida y de la calle marcados en el rostro y en las manos. Me habla de su vida, de la dureza que ha supuesto vivir en los últimos años, desde que estalló la crisis.
Me dice que vive en Málaga, no menciona donde, pero se nota por su aspecto que a la luz de las estrellas. Me habla de su historia, de cómo se gana la vida y me enseña unas manos encallecidas, me dice que recoge chatarra, lo que "pilla", y que vive del reciclaje... a la vez que lanza la lata de cerveza que acaba de terminar a la papelera...
Se ve que su vida ha sido dura, está marcado de "cicatrices de la vida y la historia pasada". Le digo que se puede ganar la vida como guía, que lo hace bien, que es animado... que podría ganarse unas monedas... porque lo hace muy bien, y que le ayudaría en la situación en que se encuentra, para "comer algo a diario".
Me cuenta su historia nuevamente, me narra anécdotas de la calle... tiene una mirada limpia, una tez teñida por el sol, unos ojos muy verdes... se ve que en su juventud fue muy guapo, pero se nota que la calle y alguna sustancia le ha ido consumiendo, ya que sus arrugas, la falta de dientes, y el rostro curtido delatan una vida que no ha debido de ser sencilla.
En la conversación, me emociono, como casi siempre que me surge un encuentro así inesperado, me fijo en su acento y le digo que no es de Málaga, rápidamente me dice que es de Carabanchel... qué tendrá Madrid, que "los gatos nos reconocemos"... dice que no ha vuelto allí desde hace años, pero que allá en la casa, aún está su madre que tendrá... ¡duda la edad que tiene y dice ochenta y tantos largos, ya...! ...pero por circunstancias hace tiempo que no la ve.
Su rostro, envejecido, su tez curtida, sus manos destrozadas... Pero este "guía callejero" mantiene su mirada y corazón limpio. Y a mí me habla de BIENAVENTURANZA Y BIENAVENTURADO. Los limpios de corazón porque ellos verán a Dios.
A mí al menos, hoy me hizo pensar, me hizo pararme y dedicarle un tiempo de mi paseo a dejarme acompañar por él y por su vida, a la vez que conocí algo más de la ciudad.
En agradecimiento, le entrego alguna moneda, poco; pero lo único que llevo en el bolsillo. De entrada lo rechaza, luego lo agradece. Le digo, que quizá le ayude para la cena.
Y que gracias por su compañía... Nos despedimos, se aleja, me alejo por caminos diferentes, y una vez más como el Eunuco de Hechos, pienso que nunca más le volveré a ver, pero continuo feliz mi camino.