Piensa por un momento que te invitan a una boda con un
quince días de antelación, bueno mejor veinte; vale con un mes de distancia al
evento. Trata de hacer una lista de todo lo que tendrías que preparar,
organizar, atender en ese mes. ¿Qué sentimientos te evoca sentirte
invitada?¿Cómo reaccionas ante algo inesperado?¿Qué prioridades tienes para esa
celebración?
Imagino que tu corazón en un momento se ha podido acelerar, tu cabeza ha recorrido
el armario, y sin duda te has dicho que no tienes qué ponerte, has pensado en
el regalo, en el gasto económico, también en los encuentros que puedes tener en
ese evento, quizá también te has podido sentir contrariada, en un compromiso al
que no quieres acudir, y no sabes cómo renunciar… Sólo tú sabes en dos minutos
todo lo que ha pasado por tu mente y tu corazón.
Bueno pues digamos que algo así, se nos presenta ahora,
el próximo día 6 de marzo es miércoles de ceniza. Para los cristianos es la
puerta de entrada a un tiempo previo de preparación a la mayor CELEBRACIÓN Y
ACONTECIMIENTO QUE NOS PUEDEN INVITAR.
La Pascua de JESÚS.
Fíjate si es importante esa fecha que la denominamos
SEMANA SANTA. ¡Qué importante tiene que ser para llamarla así!
Antes de la SEMANA SANTA, se nos invita a
vivir LA CUARESMA (CUARENTA DÍAS, ni uno ni dos…), donde el Señor, nos INVITA
a prepararnos para acoger su MISTERIO DE LA MUERTE Y LA RESURRECCIÓN QUE
VIVIREMOS EL JUEVES, VIERNES Y SÁBADO SANTO junto con EL DOMINGO DE
RESURRECCIÓN.
La Cuaresma es un tiempo litúrgico, donde durante 40 días
podemos acercarnos a meditar, a contemplar, a descubrir la entrega de Jesús por
nosotros.
Es un tiempo de preparación (te sonará eso de la
“operación bikini” previa al verano… parece que tenemos que tener un cuerpo
perfecto antes de ir a la playa). Bueno pues digamos que la Cuaresma es la
preparación del alma, del espíritu para poder acercarnos a la vida que Jesús
nos propone en su Evangelio.
La Iglesia esos días usa el color morado: la casulla de los los sacerdotes,
el altar y el ambón se cubre con tela morada, signo de penitencia. La penitencia no es más que tratar de poner
nuestro espíritu en sintonía con lo que nos pide la Palabra de Dios. (sintonizar bien el dial de mi vida, si la frecuencia emite ruidos, no me permite escuchar...).
Ayuno: Privarnos de algo que no es necesario, de algo que
podemos prescindir. Normalmente los viernes se ayuna de comer carne. Eso viene
desde antiguo ya que era un manjar… Hoy quizá se nos pide ayunar de otro tipo
de cosas: uso del móvil, conversaciones que no favorecen las relaciones, de
malos gestos… cada una sabe de qué puede o necesita prescindir. (sin olvidar la
carne).
Limosna: Significa acercarnos a otros que están más
necesitados para compartir con ellos nuestros bienes (en principio sería
compartir económicamente con el más necesitado), pero qué bonito sería poder
compartir mi tiempo con los necesitados, los que están solos, compartir mis
capacidades, habilidades… Ahí también cada una sabe, qué puede compartir con
quién.
Oración: Es el tercer elemento fundamental de nuestra
Cuaresma, y en definitiva de nuestra vida cristiana. Es el diálogo con Dios,
con el hermano. A través del silencio, la oración, la escucha de su Palabra.
Bueno, esta es la invitación que nos hace Jesús, ves que
nos resulta seguro más fácil que una invitación a una boda, u otra celebración.
Es descubrir y tratar de vivir personal y
comunitariamente nuestro seguimiento de Jesús, de un modo más intenso para
prepararnos a la PASCUA.