donde viene un artículo titulado: La vida religiosa joven toma la palabra.
En él habla de las reflexiones finales a las que se llegó el año pasado
en el III ENCUENTRO de jóvenes religiosos de España.
No lo conocía... y me alegré de ENCONTRARME con este texto,
al cual me adhiero, y me uno como si hubiera estado presente en el ENCUENTRO.
Es un texto corto, pero intenso, que rebosa vida, alegría optimismo, dentro de la realidad que vive la vida religiosa en España hoy.
El título del ENCUENTRO ya fue de lo más sugerente, que nos invita a soñar despiertos, con esta vida religiosa que vivimos hoy; con los pies en la tierra, pero la mirada en la llama que arde...
DESCALZOS ANTE DIOS,
DESCALZOS CON EL PUEBLO.
Entresaco algunas de estas reflexiones,
y remito al texto completo por si alguien lo quiere leer. ( revista VR vida religiosa, marzo 2008).
"... La teofanía del Horeb provocó en Moisés el vértigo de experimentar la cercanía de un Dios que parecía distante. El proyecto liberador por antonomasia comenzó con la intimidad de un encuentro sorprendente.
Sin duda, aquí radica nuestro punto de partida, nuestro principio fundante, la preocupación última que posibilita posicionarnos ante la realidad que sale a nuestro paso. Nosotros, los jóvenes de la vida religiosa, compartimos con Moisés la posibilidad de mirar atrás y saborear que en el principio sólo aconteció el regalo del encuentro. Quizás enfrente de nosotros no descubrimos una llamarada entre las zarzas, ni la cotidianeidad de nuestros días es pastorear el rebaño de nuestro suegro, pero sí podemos afirmar que nuestra rutina se vió sobresaltada por la sorpresa de un Dios que se empeñó en conmover, casi sin permiso, los cimientos de nuestra tierra particula, haciéndola, por puro don, tierra sagrada.
El encuentro transformante con Dios es el que provoca en nosotros, como en Moisés, la necesidad existencial de descalzarnos. Porque descalzarse ante Dios supone reconocer la frialdad del suelo que pisamos, recordándonos nuestras indigencias y debilidades. Descalzarse ante Dios implica el despojarnos de nuestras ingenuas seguirades y mostrarnos, sin ambages, mendicantes de la Gracia...
Moisés se descalzó, se tapó la cara temeroso y reconoció su pequeñez, pero nunca imaginó la respuesta con la que Dios le seduciría del todo: "Yo estoy contigo". Nuestro Dios se empeña en invitarnos a pasar a su "zapatería", o lo que es lo mismo, calzarnos de su presencia constante.
Una presecia en muchos momentos velada, y casi oculta, pero también contundente e iluminadora. La Vida Religiosa Joven, ésta que ha experimentado el ENCUENTRO con Dios en lo ordinario del día a día, ésta que se ha descubierto descalza de seguridades y a la intemperie, es, al mismo tiempo, la que tiene la certeza de que Dios convierte la mudez en locuacidad, las muletas en trampolines, la pequeñez en grito profético, la frialdad en fuego que arde.
(...) Los religiosos y religiosas que comenzamos la andadura de seguir a Cristo como consagrados no queremos ser relegados al perenne "banquillo de los inexpertos", porque reconozcamos que aún nos falta mucho por crecer y aprender de quienes nos han precedido en el camino de la fe; no somos superficiales activistas, porque queramos derrochar ganas de vivir; no escatimamos en amar con locura nuestra tradición y nuestro Instituto, porque apostemos por la novedad y el dinamismo vitalizador; no somos irrealistas o ignorantes, porque soñemos con una vida religiosa que, dejándose quemar por el fuego del Espíritu, otea el horizonte de nuevas propuestas y estilos...
En el fondo, la vocación de la vida religiosa en general,
y la más joven en particular,
puede ser resumida
con la misma experiencia fundante
de Moisés: "Vivir descalzas/os ante Dios". (...)
¡Oh Espíritu, desciende,
orando está la Iglesia que te espera;
VISÍTANOS Y ENCIENDE
como la vez primera,
los corazones en la misma hoguera.
(del himno de PENTECOSTÉS, hora intermedia)
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