Aquí sigo y me mantengo en mis reflexiones compartidas...
Una fecha, un día... un cambio...
El simple hecho de cambiar en unas horas de día, de año, el gesto sencillo de arrancar una hoja del calendario supone EL FINAL Y EL PRINCIPIO de algo.
A veces, tenemos o transmitimos la sensación que con el Nuevo Año, cambia de pronto toda realidad.
Es nuestro deseo y nos encontramos, y nos besamos, saludamos con efusión, nos felicitamos... El corazón se llena de grandes y buenos deseos para todos.
Pero en el interior, de verdad sabemos, que poco o nada cambia por el hecho de quitar hojas en el calendario.
La transformación INTERIOR, para que surja en el exterior, está más allá, más en lo hondón, en lo profundo de nuestro corazón, de nuestra vida de nuestras actitudes.
Es dejar A DIOS que sea SEÑOR Y DUEÑO DE MI VIDA, DE MI TIEMPO, DE MI HISTORIA...
Solo así la llegada de UN NUEVO AÑO, de una nueva situación, de una nueva realidad, persona, acontecimiento a mi vida, podrán ser ALEGRÍA y gozo compartido.
Podré acogerlo desde el MISTERIO, el REGALO y el ENCUENTRO.
Podré ir haciéndome cada vez más contemplativa, para DESCUBRIR a Dios en mi vida, AL DIOS DE LA VIDA, y su paso y PRESENCIA en cada minuto, hora, día o año....
Con mis mejores deseos de un cambio de CORAZÓN y de acoger AL DIOS que siempre llega.
Feliz año NUEVO...
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