12 septiembre 2015

Pregunta personal...


Evangelio:  San Marcos 8, 27-35.

 "En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos se dirigieron a las aldeas de Cesarea de Felipe; por el camino, pregunto a sus discípulos: - «¿Quién dice la gente que soy yo?» Ellos le contestaron: - «Unos, Juan Bautista; otros, Elías; y otros, uno de los profetas.» Él les pregunto: - «Y vosotros, ¿quién decís que soy?» Pedro le contesto: - «Tú eres el Mesías.» El les prohibió terminantemente decírselo a nadie.
Y empezó a instruirlos: - «El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, tiene que ser condenado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar a los tres días.» Se lo explicaba con toda claridad. Entonces Pedro se lo llevó aparte y se puso a increparlo. Jesús se volvió y, de cara a los discípulos, increpó a Pedro: - «¡Quítate de mi vista, Satanás! ¡Tú piensas como los hombres, no como Dios!»
Después llamo a la gente y a sus discípulos, y les dijo: - «El que quiera venirse conmigo, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Mirad, el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mí y por el Evangelio la salvara.»"


«¿Quién dice la gente que soy yo?» - En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos se dirigieron a las aldeas de Cesarea de Filipo; por el camino, preguntó a sus díscípulos: «¿Quién dice la gente que soy yo?» Ellos le contestaron: «Unos, Juan Bautista; otros, Elías; y otros, uno de los profetas.» Él les preguntó: «Y vosotros, ¿quién decís que soy?» Pedro le contestó: «Tú eres el Mesías.» Él les prohibió terminantemente decirselo a nadie. Y empezó a instruirlos: «El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, tiene que ser condenado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar a los tres días.» Se lo explicaba con toda claridad. Entoces Pedro se lo llevó aparte y se puso a increparlo. Jesús se volvió y, de cara a los discípulos, increpó a Pedro: «¡Quítate de mi vista, Satanás! ¡Tú piensas como los hombres, no como Dios!» Después llamó a la gente y a sus discípulos, y les dijo: «El que quiera venirse conmigo, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Mirad, el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mí y por el Evangelio la salvará.» - Fotolog 


¿Quién dice la gente que soy yo?

Les pregunta Jesús, a sus discípulos.
También nosotros, en ocasiones, tenemos que presentarnos ante los demás...

Y muchas veces, buscamos el reconocimiento, el honor, el nombre -el buen nombre!!-, el prestigio, la fama, "ser apadrinados por..", tener títulos, tener cargo, ser amiga de...

Pero Jesús nos pregunta hondamente ¿quién es Él para nosotros, para tí y para mí, para cada uno? Y desde ahí, me puedo responder QUIEN SOY YO PARA ÉL Y QUIÉN ES ÉL PARA MI, y desde ahí cómo se encauza mi vida.

Mis relaciones, mis motivaciones, mis acciones...

Quién soy yo ante Jesús, este Jesús: Cristo. Que se entrega por mi.

S. Ignacio en sus ejercicios, nos plantea tres preguntas serias:

¿qué he hecho?
¿qué hago?
¿y qué tengo que hacer por Cristo?


Y también nos ofrece un camino desde la HUMILDAD.

1.La obediencia: “en todo obedezca a la ley de Dios”.  No minusvalora San Ignacio la ley de Dios: “esto lo hago porque está mandado”.  La fidelidad a la ley marca, también, un nivel de correspondencia desde el amor.  Con todo, te invita a no quedarte “ahí”.  Hay motivaciones, niveles de amor de mayor calado.  Ahí es donde te quiere llevar Ignacio.

2.  La indiferencia: “me hallo en tal punto que no quiero, ni me afecto más a tener… siendo igual servicio de Dios”.  La indiferencia, ya apuntada en el Principio y Fundamento(que ya no desee mas la salud que la enfermedad, la riqueza que pobreza, etc), es otro nivel más profundo de respuesta desde el amor al Señor.  Este nivel es imprescindible para entrar en elecciones.  La indiferencia te habla de libertad, y si no eres libre, no puedes elegir.  “El esclavo no puede elegir, sólo el libre elige”.

3. El Magis, “lo que más conduce” dice San Ignacio: “siendo igual alabanza y gloria de la divina majestad, por imitar y parecer más actualmente a Cristo, quiero y elijo más pobreza con Cristo pobre…”   Es el llamado “magis ignaciano”, también apuntado desde el Principio y Fundamento.  San Ignacio la llama “humildad perfectísima”. La motivación es clara: “por imitar y parecer más actualmente a Cristo”.  Si sólo el libre puede elegir, en este nivel elige aquellas opciones que le llevan a imitar y parecer más a Cristo.  Es el lenguaje del enamorado, del seducido, del que movido por el amor apasionado se “dispara desde la generosidad”: con él y como él pasando por donde haya que pasar.


San Ignacio, “antes de entrar en elecciones” , propone al ejercitante estas consideraciones sobre la humildad.  Ratos de reflexión reposada y entreverada de   análisis del Telón de fondo para no errar en la elección, para elegir de verdad, para elegir bien, para elegir como Jesús.  Todo va encaminado a abrazar de corazón la verdadera doctrina de Cristo”, es decir, su “vida verdadera”, su “sagrada doctrina”, propuesta a los que se alisten bajo su bandera, una doctrina concretada en la pobreza y humildad.

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